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Sobre la guerra antifascista
               

La II Guerra Mundial fue una prueba de fuego para veinte años de revolución proletaria y construcción socialista. Fue un desafió sin precedentes a la política, a la aptitud dirigente y a la capacidad organizativa y movilizadora del PC, en primer termino de su conducción. Hitler valoró erróneamente las contradicciones existentes en la URSS. Especulo con un alzamiento o con la indiferencia de la masa campesina. Tejió planes en torno a las diferencias entre las nacionalidades. Se sintió envalentonado, sobre todo, por la superioridad del armamento, la preparación profesional de los mandos y el entrenamiento de sus tropas. Una potencia como Francia había capitulado en días. Casi todo el continente estaba ocupado por los nazis. Su industria y su agricultura abastecían la maquinaria bélica germana. Hitler se lanzo ensoberbecido contra la URSS basándose en esos múltiples factores.
Por su parte, el imperialismo británico y yanqui, si bien enfrentado al imperialismo nazi alemán por el antagonismo de intereses que los oponía en la disputa por el dominio mundial, tenían como mayor interés que los soviéticos se desangraran al máximo y que, a su vez, los nazis sufriesen pérdidas irreparables. Imaginaban que, a la postre, ellos podrían dictar las condiciones para la paz, imponer su hegemonía en el mundo y asestar un golpe demoledor contra el movimiento obrero revolucionario aplastando o sometiendo a su principal base, la URSS. Por eso violaron cuantas veces quisieron sus compromisos con el gobierno soviético, y no abrieron el segundo frente en Europa occidental sino cuando el Ejercito Rojo, junto con el movimiento guerrillero en desarrollo, podía aplastar por si solo a las fuerzas hitlerianas.

Falsificaciones y mitos revisionistas

La falsificación burguesa y revisionista de la historia ha alcanzado extremos repugnantes y ridículos a la vez. Los derechistas han exhumado, desarrollado y sistematizado viejos mitos socialdemócratas. Más allá de las diferencias y los matices existentes dentro del amplio campo de los derechistas, su versión de los hechos es simplista y similar. A continuación los rebatiremos:

1)
Hitler pudo llegar al poder por responsabilidad de Stalin, quien tomo como enemigo principal a la socialdemocracia y no al fascismo.


Estos señores omiten el hecho fundamental que esta en la base de la tragedia vivida por el pueblo alemán: La hegemonía socialdemócrata en el movimiento obrero impidió el triunfo de la revolución en Alemania entre 1918 y 1923. El Ministro socialdemócrata Friedrich Ebert fue responsable directo de la sangrienta represión al proletariado revolucionario y del asesinato de sus líderes históricos Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht. Luego de la derrota de la revolución, el fascismo comenzó a crecer y el gobierno socialdemócrata descargaba la crisis sobre la espalda del pueblo, en beneficio de la burguesía monopolista que trataba de recobrarse luego de la derrota sufrida en la I Guerra Mundial y temía un nuevo ascenso revolucionario. Estos señores
olvidan que fue la socialdemocracia en el gobierno quien llevo adelante una política de apaciguamiento frente al crecimiento de los nazis, provocando la división del golpeado movimiento obrero.
En Austria, la dirección socialdemócrata, con Otto Bauer a la cabeza, traiciono a la clase obrera y se entrego sin luchar, dando paso a la anexión y al fascismo. En la cueva misma de la bestia nazi, el dirigente de la Komintern, Jorge Dimitrov, analizo la responsabilidad histórica de la socialdemocracia en la derrota sufrida por la clase obrera y también, autocriticamente, los errores cometidos por los comunistas. Refuto las tesis socialdemócratas en forma brillante y fundamento ampliamente el carácter de clase del fascismo como una dictadura terrorista descarada de los elementos más chovinistas, más reaccionarios y más imperialistas del capital financiero. Como una herramienta de la burguesía desesperada por aniquilar los movimientos revolucionarios.

2) Si Stalin no hubiera firmado el pacto con Hitler en agosto de 1939, el nazismo no se hubiese atrevido a desatar la guerra. Ese acuerdo se debió a la afinidad de Stalin con el totalitarismo hitleriano.

Parece ser que dichos señores son ignorantes o tergiversan descaradamente hechos históricos concretos (anteriores al pacto Ribbentrop-Molotov).
Poco después de la llegada de Hitler al poder, en 1933, se firmo en Roma un "Pacto de acuerdo y colaboración" entre Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia. En 1935 Italia se lanzo contra Abisinia (Etiopia) y la ocupa. En 1936, Alemania e Italia organizaron la intervención armada en España en apoyo a Franco. Mientras que Francia e Inglaterra se declararon neutrales. La URSS ayudo militarmente a la España republicana y el movimiento comunista organizo las gloriosas Brigadas Internacionales (en las que participaron 600 argentinos). En 1937, después de ocupar Manchuria, Japón invadió China septentrional y central y ocupo Pekín, Tientsin y Shangai. En 1938 Alemania se apodero de Austria, sin ninguna oposición de las potencias occidentales. Lo mismo ocurrió con la región de los sudetes de Checoslovaquia. A fines de ese mismo año se celebra la Conferencia de Munich entre Hitler, Chamberlain (Primer Ministro ingles) y Daladier (Jefe de Gobierno francés), que fue una grosera confabulación imperialista que termino por entregar Checoslovaquia y estuvo dirigida a aislar a la URSS.
Ante la negativa de Londres y de Paris de firmar un acuerdo, la URSS suscribió un pacto de no agresión con Berlín con el objetivo de ganar tiempo y prepararse mejor para la guerra. Conjuro el peligro de un ataque desde dos frentes simultáneamente: desde el oeste por parte de Alemania y desde el este por parte de Japón. Con el pacto se frustro el plan anglofrancés de convertir a la URSS en el pato de la boda. El pacto fue necesario.

3) A raíz del pacto con Hitler, Stalin cometió errores garrafales que precipitaban irremediablemente a la URSS a la derrota; pero gracias al pueblo, pese a Stalin, se pudo vencer pero a un costo terrible producto de su política.

Descalificar a Stalin y sostener la imbecilidad según la cual la victoria antifascista se obtuvo a pesar suyo, constituye la más burda de las falsificaciones históricas. En 1958, en plena orgía desestalinizadora de los revisionistas en el poder, Konstantin Simonov describió, en su novela los vivos y los muertos, el efecto que produjo en el pueblo el discurso de Stalin del 3 de julio de 1941, cuando el avance nazi parecía imparable. Stalin convoco a una Guerra Popular junto al Ejército Rojo; hablaba en un tono monótono y lento. Su voz era baja y suave, y hubiera podido parecer perfectamente en calma si no hubiese mediado aquella reaspiración suya fuerte. Había una discrepancia entre la tranquila voz y la situación de la que hablaba. Y en esa discrepancia se notaba fortaleza. Es cierto, Stalin cometió graves errores. Pero no precisamente lo que les increpan los revisionistas. Exagero la posibilidad de dilatar en el tiempo la agresión nazi debido a la contienda ínterimperialista. Los planes soviéticos para la guerra preveían concluir los preparativos para 1942. En los dos años que van de 1939 a 1941 se multiplicaron los efectivos 2,5 veces. Se intensifico el entrenamiento de toda la población. Pero no se había completado en la medida necesaria a mitad de 1941. La capitulación de Francia en 1940 indico que Alemania podía tener las manos mas libres antes de lo que se suponía. Pero se esperaba poder postergar el momento evitando cuidadosamente dar cualquier pretexto a Hitler para precipitar la guerra contra la URSS. En este sentido, Stalin desconfiaba profundamente del cúmulo de informaciones que recibía de las probables fechas de invasión, porque sospechaba que podían estar envenenadas por la inteligencia británica; Churchill necesitaba imperiosamente la entrada de la URSS en la guerra para aliviar su situación en la contienda, y en función de sus planes de largo alcance para el futuro mencionados mas arriba. En noviembre Stalin habla en la Plaza Roja, en conmemoración del 24ª aniversario de la Revolución, mientras se escucha el tronar de los cañones alemanes en al puerta de Moscú. No por azar, bajo su dirección, la bandera roja se izo en Berlín obligando a los jerarcas nazis a capitular.

Partido Comunista Popular