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  Imperialismo
 
Imperialismo

 

El imperialismo enfrenta una nueva
crisis generalizada, que sacude sus cimientos. Nadie, ni la propia burguesía imperialista, niega su existencia, sin embargo, hay una distancia marcada en la interpretación respecto de los orígenes y el desenlace necesario para superarlo definitivamente. Se trata de una crisis que se manifiesta en todos los ámbitos, regiones y países, aunque aparece como si fuera una crisis solo de carácter bursátil o financiero. Esta trae grandes sufrimientos a las masas y golpea con fuerza a la clase trabajadora y pueblos, particularmente a los de los países dependientes. Sin duda, tal situación plantea a los revolucionarios la necesidad de aprovecharla para desarrollar la organización y la lucha revolucionaria. Desmintiendo los afanes de la burguesía internacional y el imperialismo respecto del supuesto fin de la historia y las luchas revolucionarias de los pueblos, constatamos que el reflujo que afecto al movimiento de los trabajadores, a las luchas de liberación social y nacional, a la lucha revolucionaria de los comunistas, quedo atrás. Frente al deterioro de las condiciones de vida de los pueblos, a la conculcación de sus derechos, al abultado peso de las deudas, ante las políticas reaccionarias y fascistizantes de los gobiernos, los trabajadores y los pueblos se levantan en contra de la dominación burguesa y su política, contra el imperialismo y las oligarquías. En varios países se esta pasando de la acción defensiva a la contraofensiva. La clase obrera protagoniza grandes movilizaciones y huelgas por sus derechos, Grecia, Francia, Alemania, Italia, Corea del Sur, han escuchado la voz vibrante de la clase obrera en contra de la dominación del capital, de la reconversión y la relocalizacion industrial. Resurge el movimiento huelguístico en Japón y en Estados Unidos. América Latina es escenario de importantes luchas protagonizadas por diversos sectores sociales. No hay semana que no estalle una huelga, una movilización. Un día son los campesinos, otros los trabajadores de la industria o del Estado, el siguiente los estudiantes, o todos unidos para hacer retroceder a los gobiernos de las clases dominantes. Continua la lucha contra el bloqueo imperialista a Cuba. En Perú y en México persisten y se desarrollan formas militares de organización que actúan a pesar de los esfuerzos de los enemigos por aplastarlas; en Colombia las fuerzas insurgentes se reorganizan tras los golpes sufridos. Por ello reiteramos que asistimos a un momento  de reanimación de la lucha de las masas a escala internacional, que esta recuperación va dando lugar a un ascenso del combate popular en varios países y regiones; existe una tendencia a: Crecimiento, desarrollo de nuevas y masivas movilizaciones, a una oleada de lucha revolucionaria. Tenemos el desafió de lograr que estos combates no sean aprovechados por la burguesía, el reformismo, la socialdemocracia, para hacerlos funcionales al sistema y, por el contrario, debemos canalizarlos por el sendero luminoso del marxismo-leninismo. En la masa existe un anhelo de cambio, sin embargo, si este se busca realizar en el marco de la institucionalidad burguesa, las luchas y el movimiento popular caerán en el reformismo, en la socialdemocracia, en la denominada tercera posición vacilante, sin que ello afecte la estabilidad del sistema. Nuestra tarea no es mantener con vida el dominio del imperialismo y las clases dominantes, sino aniquilarlo, para construir en su lugar la sociedad de los trabajadores y el pueblo. Para que estas luchas se enmarquen en los objetivos estratégicos que nos animan, los pueblos deben estar alimentados, enriquecidos con un pensamiento, una ideología y una política revolucionaria, por los ideales de la liberación y del socialismo, por el marxismo-leninismo. Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario, dice un conocido enunciado. Esto obliga a los revolucionarios a defender el marxismo frente al revisionismo, a poner atención al estudio y enriquecimiento de la teoría; unir la teoría a la practica, y frente a ella definir las tareas que nos proponemos cumplir, resumiéndolas en una propuesta programática que se identifique plenamente con los intereses inmediatos y mediatos de las masas. La elaboración y perfeccionamiento del programa de los revolucionarios y comunistas es un instrumento político a los sectores interesados en las transformaciones sociales. En ello un importante papel cumple la propaganda revolucionaria de nuestros planteamientos, el enfrentamiento a la ofensiva ideológica reaccionaria y el combate a las ideas erróneas, que siembran el escepticismo y un espíritu derrotista en el seno de las masas. La lucha educa. En horas de acción y combate, las masas aprenden lo que normalmente lo hacen en años de calma relativa. La tempestad de la lucha de clases, la confrontación por los intereses de los trabajadores en contra del imperialismo y de las oligarquías nativas, los combates por la soberanía y la independencia nacional constituyen una gran escuela para la educación política de las masas. Sin embargo, la lucha por si sola, no basta para afirmar una política y una conciencia revolucionaria, es necesario que esa lucha se enmarque en el proyecto estratégico, lo que se logra con la acción política del Partido. Sin abandonar la lucha por las reivindicaciones y derechos de las clases trabajadoras y los pueblos, al contrario, presuponiendo que las impulsamos y nos apoyamos en ellas, nos proponemos encarrilarlas en los propósitos de la revolución y el socialismo. Trabajamos por afirmar nuestra influencia ideológica, política y orgánica en el pueblo. Nutrir nuestras filas con los mejores combatientes provenientes de la clase obrera, el campesinado, la juventud y demás sectores oprimidos. Entregar nuestras energías para la construcción y desarrollo de las organizaciones de masas, para la construcción de las fuerzas propias del Partido y otros instrumentos necesarios para el desarrollo de la lucha revolucionaria. Estamos convencidos que solo con la violencia organizada de masas, con la guerra popular de los pueblos, conquistaremos el poder. Frente a la dominación imperialista, del dominio internacional del capital, levantamos las banderas del internacionalismo proletario. Los trabajadores, los pueblos, los revolucionarios, tenemos la gran responsabilidad de luchar juntos para oponernos al imperialismo y sus políticas de opresión y explotación. Ratificamos el principio de que la revolución tiene la tarea y la capacidad de derrocar al capitalismo, al imperialismo y sus aliados en cada uno de los países. La lucha revolucionaria en los países debe contar con la solidaridad internacional y a su vez esta contribuye a la lucha general contra el enemigo común.
En los países latinoamericanos existe una identidad de problemas y aspiraciones comunes como la dependencia hacia el imperialismo, principalmente estadounidense en disputa con otras potencias imperiales, el lento y pequeño desarrollo de las fuerzas productivas, producto de la injerencia extranjera; la aplicación de políticas-económicas denominadas "neoliberales" durante toda una década, agudizando las problemáticas sociales; el proceso de recuperación de la lucha de masas, la tradición de lucha conjunta expresada en los movimientos independentistas. Todo eso ahora en beneficio del accionar internacionalista y de solidaridad antiimperialista. Esta lucha se conjuga con la de los pueblos oprimidos de otros continentes y con la lucha del proletariado internacional. Tenemos un compromiso con la clase obrera y los pueblos de cada uno de nuestros países, con la revolución en el respectivo terruño, un compromiso con la clase obrera mundial y sus objetivos históricos. Reiteramos nuestra decisión de cumplirlo.