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  Guerra Popular
 
Guerra Popular




Derecho a la rebelion

La historia avanza por el lado de las revoluciones y las revoluciones se escriben con sangre. Por ejemplo, los poemas homéricos existen porque se desarrollo la guerra de Troya, entonces, sin guerra de Troya no hay poemas homéricos. El derecho de los pueblos a rebelarse es milenario y atraviesa todas las variantes de ideas y creencias imaginables: La antigua China lo tenia como principio constitucional; la India antigua como resistencia activa contra las arbitrariedades; Grecia y Roma con su clamor de muerte a los tiranos; Juan Salisbury y la deposición violenta de un príncipe; Santo Tomas de Aquino con la Summa Theologica y la caída de un tirano por el pueblo; Martín Lutero y el mal actuar de un gobierno que libra a sus gobernados a no obedecerlo mas; Felipe Melanchton con su derecho a la resistencia; Calvino, el reformista, y el pueblo y su derecho a tomar las armas; Juan Mariana, jesuita español, y el licito asesinato del tirano en manos de un simple ciudadano; Francisco Hotman y el derecho a alzarse en rebelión; Stephanus Junius Brutus y la legitimidad de la resistencia; Juan Knox y Juan Poynet y la destitución de un gobierno que no cumple con lo prometido a su pueblo; Juan Altusio y su teoría del siglo XVIII que si un Estado nacido de la voluntad popular ejerce injustamente el poder contra el pueblo este ultimo debe desobedecerlo y derrocarlo. Juan Jacobo Rosseau, Juan Milton, Juan Locke, Tomas Paine, el cura Jonathan Boucher; la Revolución inglesa y francesa y la declaración de los Derechos Humanos del hombre. Y si no alcanza esta argumentación recomendamos leer la Declaración de Filadelfia del 4 de julio de 1776, que marco la independencia de los Estados Unidos del colonialismo británico.
La Guerra popular se diferencia del militarismo burgues por poner el acento en el hombre mas que en las masas; por el aprovechamiento al maximo de los recursos disponibles y el cuidado de las reservas.Asi como los aparatos represivos del Estado burgues detienen y juzgan a obreros, activistas, militantes populares y revolucionarios; el Ejército Popular detiene y juzga a quienes trabajan en beneficio de los intereses del enemigo. Lo que debemos tener siempre presente es que el Ejército Popular debe ser un organismo de masas dirigido por la organización revolucionaria. Su tarea específica es la de preparación para la lucha, y esta preparación tiene formas, plazos y ritmos muy variados de acuerdo a las características de cada país y al contexto internacional que lo rodea. El accionar militar es diferente según la situación demográfica concreta y la implementación táctica que el Ejército Popular busque desarrollar: Guerra regular o Guerra de guerrillas. La Guerra Popular no depende de la geografía como de las masas y por lo tanto donde estén las masas estará la guerra. La lucha económica debe elevarse a la lucha política y el inicio de la actividad militar solo podrá devenir como continuación y combinación de esta. La lucha armada no se inicia siempre como corolario de una insurrección popular, sino que puede comenzar como una reacción defensiva de las masas y su vanguardia en circunstancias del más marcado retroceso. La lucha armada se integra a los métodos de lucha de los trabajadores, y ellos empiezan a contar con el Ejército Popular como aliado natural de sus intereses; esto es sumamente peligroso para la estabilidad burguesa. Este peligro radica, específicamente, en la posibilidad real de que las organizaciones revolucionarias presentes en cada conflicto obrero y popular arraiguen orgánicamente en las masas y se erijan en su vanguardia.


Sobre el foquismo

Hablaremos brevemente del foquismo,  la hija atractiva del iluminismo espontaneista. En cuanto a la determinación de foquismo por el tamaño de las unidades con que se empieza a combatir, es francamente ridículo. La cuestión de foquismo en la Guerra Popular es cuestión de política, no de número de combatientes. Si se pretende una lucha basada únicamente en la geografía, se evita el contacto con la población y se pretende enfrentar al enemigo solo con la fuerza militar con que se cuenta; si se ignora la necesidad de la organización revolucionaria, estamos en presencia de una desviación foquista. Si en cambio se comprende claramente que las fuerzas fundamentales del Ejercito Popular es el apoyo de la población y que la geografía es solo un auxiliar, si se permanece lo mas ligado posible a las masas, si se cuenta con una política de masas correcta, si se orientan las actividades militares con un punto de vista de masas, si se comprende que lo principal es la organización política revolucionaria, se garantiza su dirección en el Ejercito Popular y se trabaja firmemente por articularlo y desarrollarlo, estamos en presencia de una línea leninista de guerra revolucionaria. La Guerra Popular nos llama a tener en cuenta siempre al enemigo tácticamente; dejarlo maniobrar en sus políticas acuerdistas, darle la espalda y continuar con el desarrollo militar de nuestras unidades de combate, nos llevara al aislamiento y al sectarismo, reforzando la influencia del enemigo en las masas y consecuentemente resultara una contribución estratégica para un ulterior reacomodamiento de la burguesía en pleno proceso revolucionario. En ocasiones las caídas no se deben a éxitos del enemigo sino a errores propios con actitudes como estas: Apresuramiento en la toma de decisiones importantes, falta de reflexión, unilateralidad en las tareas y falta de confianza en el colectivo. En épocas de guerra civil, el partido ideal del proletariado es el partido beligerante; Igualmente, el hecho admitido de que la lucha armada sea una forma superior de lucha, no significa para nada que esa superioridad sea sinónimo de mayor complejidad. Por el contrario, la guerra como continuidad de la política por otros medios puede ser mas dura, exigir mas sacrificios físicos, pero es un arte mas simple que la política propiamente dicha, del mismo modo que la experiencia demuestra que es mas fácil la conquista del poder que su manutención y desarrollo. Igualmente el futuro es un proyecto sin garantías que llevamos adelante diariamente en el presente. Se trata de pensar si la violencia revolucionaria llega a cumplir sus fines; si fue eficaz en aplacar la violencia opresora o si desato una violencia opresora mayor, si hizo a los hombres más libres o más esclavos de sus acciones. Retomando la cuestión de los errores propios, para evitarlos hay que recurrir a una severa disciplina militante y exigir una entrega profesional a la causa revolucionaria. Las reuniones de estudio de la línea de la organización revolucionaria y los cursos de todo tipo desalientan la incorporación de elementos aventureros, lumpenes, arribistas o de aquellos que por frustraciones personales buscan ligarse al Ejército Popular. La política es a menudo lanzamiento de consignas y solo aquellos que tienen la suficiente capacidad de materializarlas en la realidad concreta son capaces de movilizar a las fuerzas sociales. Gracias a la Guerra Popular, se comprende que la principal reserva de un Ejército revolucionario no son las armas, sino el apoyo y/o la simpatía de las masas. Todo lo que nos rodea son armas potenciales: Un árbol puede ser un arma, es un escudo: un ladrillo puede ser un arma, es un garrote; una lapicera puede ser un arma, es un pequeño puñal. Todo tiene utilidad para el revolucionario. El enemigo se fortalece con lo que hacemos a un lado. Si un revolucionario aun vive bajo un sistema de dominación capitalista lo hace con la idea de destruirlo, porque comprende que una revolución no puede calificarse como tal si no se radicaliza. Nunca hay que odiar a los enemigos, afecta nuestro juicio sobre ellos. No hay que dejar que el temperamento nuble a la razón.
Todos los golpes de Estado que se han dado, no solo en nuestro país, consisten estratégicamente en cortar todo lazo entre las organizaciones revolucionarias y el movimiento de masas.
La violencia política, económica y militar del poder, al agudizar las condiciones de explotación y opresión de la clase obrera y el pueblo, conduce a niveles extremos la lucha de clases, y la burguesía se desenmascara y se muestra tal como es. Sin aditamentos ideológicos y carcomidos por la crisis política, la burguesía no oculta su carácter reaccionario. Engendradas por las propias contradicciones del sistema, las condiciones para el desarrollo de acciones violentas como respuesta de las masas a las acciones del poder, son inevitables y tienden a la multiplicación. No obedecen al deseo de grupos aventureros y fantasiosos, sino que brotan al calor de la lucha y los enfrentamientos. En la medida en que esta situación se agudice y la confrontación sea más visible, no promover las acciones y las luchas que fogueen y constituyan los eslabones de una estrategia militar revolucionaria, que den pie a la construcción de un Ejército Popular, es hacerle el juego al oportunismo. Para acabar con la explotación no se puede prescindir de la guerra. La lucha por el poder es en todo momento una lucha política, que a su vez implica y contiene en toda su dimensión la acción militar. La lucha de clases se dirime por la fuerza y la organización de la fuerza en la actualidad es la organización militar. Seguimos lo que Lenin dijo: "¿Quieren saber como es la guerra? hazla". Tengamos inagotable confianza en el proletariado internacional, en las naciones oprimidas, en los pueblos del mundo; y, en especial, en los comunistas, en sus Partidos y en las organizaciones revolucionarias cualquiera sea su grado de desarrollo. Aferrandonos en nuestra ideologia marxista-leninista-maoísta saldremos adelante, aunque comencemos dando pasos a ciegas, encontrando soluciones temporales hasta encontrar la definitiva, pues, como nos enseñara Lenin: Ninguna revolucion puede ser concebida totalmente desde el comienzo. Hemos de armar al pueblo aplicando la tesis de armamento general del pueblo que nos legara Marx. En todos los problemas, especialmente en los no resueltos que enfrentaremos, partimos de la firma conviccion maoísta de que mientras haya Partidos Comunistas y masas todos los sueños seran realidades. Nos esperan arduas tareas y grandes sacrificios. Hemos de lanzarnos a afrontarlas, plenos de determinación revolucionaria, de fe en la capacidad y decisión de nuestro pueblo, de confianza en el seguro triunfo de la revolución.
 
El camino de cercas las ciudades desde el campo y las bases de apoyo revolucionaria

El Presidente Mao ha establecido el camino de cercar las ciudades desde el campo y su médula las Bases de apoyo, teniendo en cuenta que los poderosos imperialistas y sus reaccionarios aliados chinos se hallaban atrincherados en las principales ciudades y que si la revolución se negaba a capitular y quería perseverar en la lucha tenía que convertir las atrasadas zonas rurales en avanzadas y sólidas Bases de apoyo, en grandes baluartes militares, políticos, económicos y culturales de la revolución desde donde luchar contra el fiero enemigo, que atacaba las zonas rurales utilizando las ciudades, y llevar paso a paso la revolución a la victoria completa a través de una guerra prolongada.Dice el Presidente Mao: "La prolongada lucha revolucionaria sostenida en tales Bases de apoyo revolucionarias es, en lo fundamental, una guerra de guerrillas de los campesinos dirigida por el Partido Comunista de China. Por lo tanto, es erróneo ignorar la necesidad de utilizar las zonas rurales como Bases de apoyo revolucionarias, desatender el arduo trabajo en los campesinos y descuidar la guerra de guerrillas". De igual manera, en las ciudades como complemento se deben llevar adelante acciones armadas ya que como lo demuestra la experiencia internacional  esto es factible. Hay que estudiar las guerras populares. La guerrilla filipina, por ejemplo, se refundio en el campo y dejo quitas las ciudades, sobre todo la capital. En Turquia, los revolucionarios aplican acciones armadas en el campo y ciudad, solo que aun no han especificado cual es el principal teatro de operaciones. En Iindia se han hecho importantes acciones armadas tambien en las ciudades. Asimismo, tiniendo en cuenta las peculiaridades de las ciudades de America Latina, donde el porcentaje del proletariado es elevado, las masas estan prestas a desarrollar accioens armadas de complemento a las del campo; solo que en las ciudades no se construye nuevo poder sino frente, con  Centros de Resistencia que hacen la guerra popular y preparan la futura insurrección, que se dará cuando las fuerzas del campo asalten las ciudades en combinación con la insurrección desde dentro.

Las Bases de apoyo son las bases estratégicas sobre las cuales se apoyan las fuerzas guerrilleras para cumplir sus tareas estratégicas y lograr el objetivo tanto de conservar y aumentar sus fuerzas como de aniquilar y arrojar al enemigo. Sin tales Bases estratégicas no habría nada en que apoyarse para ejecutar cualquiera de nuestras tareas estratégicas y alcanzar el objetivo de la guerra. El Presidente Mao plantea tres requisitos para la creación de las Bases de apoyo: tener fuerzas armadas, derrotar al enemigo y movilizar a las masas.