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Socialismo no es estatización
El socialismo debe crear las bases para el comunismo
La teoría del "Socialismo del Siglo XXI" descansa sobre una distorsión que identifica estatización con socialización. La propiedad estatal no es el objetivo del socialismo, sino un medio revolucionario en manos de la clase obrera que ha conquistado el poder.
El Estado socialista debe detentar en sus manos los medios de producción fundamentales en la industria, los bancos, el comercio exterior y lo fundamental del comercio interno, como condición necesaria para la transformación revolucionaria de las relaciones de producción. Pero no es una condición suficiente. Ya en su tiempo, Engels llamo "Socialismo de cuartel" al capitalismo de estado de Bismarck. Y remarco en reiteradas oportunidades que no había posibilidad alguna de acuerdo entre un "Socialismo de Estado" que renunciara a marchar hacia la sociedad sin clases por medio de la revolución social y el socialismo preconizado en el Manifiesto. Lenin dijo poco antes de la Revolución de Octubre que el socialismo no es mas que el monopolio capitalista de Estado pero puesto al servicio del pueblo, y, por ello, deja de ser monopolio capitalista. Si el monopolio estatal, en vez de estar la servicio del pueblo, pone a este a su servicio estamos de vuelta en la situación del capitalismo. Por consiguiente, el contenido principal del socialismo no reside en la propiedad estatal como tal, sino en el carácter de clase del Estado y en que la economía este al servicio del pueblo.
En los países que enarbolan la teoría del "Socialismo del Siglo XXI" el capitalismo monopolista de Estado abolió en parte la propiedad privada capitalista y despliega distintas formas de "asociaciones productivas", como las sociedades anónimas, empresas estatales, mixtas y multinacionales. Esto surge como necesidad impuesta por el propio desarrollo de la producción en escalas cada vez mayores y por las enormes inversiones requeridas para ello. Pero el sujeto de tales "asociaciones" continúa siendo el capital y no los productores directos. Y el Estado conserva su composición clasista. En conclusión, sus empresas son tan capitalistas como las privadas. En la época imperialista, como analizo Lenin, los monopolios estatales y los privados se entretejen formando un todo; y unos y otros no son en realidad más que distintos eslabones de la lucha interimperialista por el reparto y el dominio del mundo.
Al identificar socialismo con propiedad estatal, los apologistas del "Socialismo del Siglo XXI", como lógica, centran luego su análisis de la experiencia en torno a cuestiones que no son las centrales. No estudian la relación entre las condiciones de producción y los productores directos, sino únicamente las relaciones entre las unidades productivas y el Estado y entre el plan y el mercado. Desde luego que son problemas importantes y deben examinarse pues la practica muestra que si no se resuelven acertadamente las contradicciones que se plantean en el curso de la transformación revolucionaria en la relación entre los productores directos y las condiciones de producción. De este modo, en las condiciones especificas de, por ejemplo, Venezuela, los teóricos del "Socialismo del Siglo XXI", caen en los vicios ya conocidos del pensamiento burgués. Consideran los problemas de la economía al margen de las relaciones entre los hombres en la producción.
La sociedad comunista no sale de la cabeza ni de la voluntad de nadie, sino que surge de la propia sociedad capitalista. Pero al salir de esta, durante todo un periodo histórico, deben transformarse completamente las relaciones de producción y el conjunto de las relaciones sociales, en interacción dialéctica con la liberación y el desarrollo de las fuerzas productivas lo cual, en su totalidad, significa el desarrollo de la propia base de la sociedad comunista. Por más alto que sea el desarrollo de las fuerzas productivas, por ejemplo, en Estados Unidos, cuando triunfe allí la revolución socialista, tampoco se podrá pasar directamente a la fase superior del comunismo.
Hay quienes sostienen, como algunos defensores aislados de la China actual, que a través de una economía capitalista altamente desarrollada se crea automáticamente la base material para el comunismo. Confunden dos cuestiones diferentes. Una cuestión son las premisas materiales para el comunismo (producción altamente desarrollada y mecanizada) y otra cuestión es la base propia de la sociedad comunista, que no se reduce al grado de desarrollo de las fuerzas productivas sino que abarca también la totalidad de las relaciones sociales, tanto las de producción como las demás, tanto la economía, como el Estado, la ideología, las costumbres y tradiciones, etc. Los cambios revolucionarios necesarios en todas estas esferas solo pueden llevarse a cabo en un largo periodo histórico y sobre la base de la dictadura del proletariado y de la expropiación de los capitalistas.
Si se reduce todo el problema a la llamada base material, de hecho, se concibe el desarrollo de las fuerzas productivas aisladamente, como si existiesen separadas de determinadas relaciones de producción y de determinada superestructura. Se retrocede de la dialéctica materialista a la metafísica.
Ni en "Critica al programa de Gotha" ni en sus otros escritos Marx podía, y tampoco pretendía, referirse a las leyes objetivas que rigen la primera etapa de la sociedad comunista (o sea la sociedad socialista). Recién con la práctica de la revolución y construcción socialista el proletariado y el marxismo han comenzado a aproximarse al conocimiento de dichas leyes. Y aun se esta lejos de su conocimiento cabal. La teoría marxista plantea, y la practica lo confirma, que, a diferencia del capitalismo, donde el desenvolvimiento de la sociedad es caótico, en el periodo de la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista a la comunista, se opera la revolución consciente del desarrollo social.
Los revisionistas niegan el papel orientador de la teoría revolucionaria en nombre de lo que denominan "demandas objetivas del desarrollo económico". En esto mienten. Porque cada sistema económico tiene sus propias demandas objetivas que le son inherentes. En otras palabras, las leyes económicas no son eternas. Los revisionistas afirman que hay que adaptarse a dichas "demandas objetivas" en lugar de "trasplantar los libros". Pero, al margen de su voluntad, se limitan en trasplantar las viejas concepciones burguesas, según las cuales las leyes económicas son eternas. En general trasplantan los métodos y vías seguidos por el capitalismo adaptándose a la presión de las tendencias burguesas existentes en sus Partidos (Caso del PSUV, en Venezuela).
Partido Comunista Popular
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