Revolución en la India: La esperanza naxalita para los oprimidos del mundo
Comunicado del PCI (Maoista) a los camaradas y amigos de la revolucion india
Queridos camaradas y amigos de la Revolución india: En nombre de nuestro Partido, el PCI (Maoísta), del Ejército Guerrillero de Liberación Popular (PLGA, en sus siglas en inglés), de los Comités Populares Revolucionarios (RPC, en sus siglas en inglés), de las organizaciones revolucionarias de masas y del pueblo revolucionario de la India, enviamos, en primer lugar, nuestro más sincero "Laal Salaam" (Saludos Rojos) a todos los Partidos, organizaciones, diversos foros y particulares que, desde la India y el extranjero, han enviado mensajes de condolencia a nuestro Comité Central y condenado los brutales asesinatos de los camaradas Cherukuri Rajkumar (Azad) y Hemchand Pandey el 1 de julio de 2010, cometidos por las clases dirigentes fascistas de la India. Como todos Ustedes han reconocido, la pérdida del camarada Azad es uno de los golpes más duros que han sufrido nuestro Partido y la Revolución india. Azad era uno de los máximos dirigentes de nuestro Partido. Llevaba al frente de la Revolución india desde hacía mucho tiempo. En nuestro país, la Guerra Popular se intensifica cada día que pasa. Con la ayuda y el apoyo de los imperialistas, en especial de los imperialistas estadounidenses, las clases dirigentes y reaccionarias de la India están intentando sofocar el movimiento revolucionario, llevando a cabo atrocidades despiadadas de cuya barbarie no existían precedentes. En esta guerra entre el pueblo y las clases dominantes, el enemigo había tramado, especialmente, asesinar a nuestros dirigentes poniendo en el punto de mira a los camaradas que, como Azad, dirigen la Revolución. En un capítulo de esa conspiración, el camarada Azad fue capturado y asesinado de la manera más brutal y cobarde.
El camarada Azad dirigía todo el movimiento urbano en nombre de nuestro Comité Central y también estaba encargado de la propaganda política, de las publicaciones periódicas del Partido, de la formación partidaria y de otras responsabilidades cruciales semejantes. Fue un dirigente de gran experiencia y renombre entre las masas. Mantenía estrechas relaciones con muchos camaradas a distintos niveles y con las masas revolucionarias. En medio de una aguda represión, trabajó desinteresada y resueltamente a pesar de los muchos riesgos. En esas circunstancias, el enemigo consiguió dar con su paradero en algún sitio y pudo atraparlo acechándolo. Sus mensajes y condenas, reflejo del más puro internacionalismo, dieron el necesario apoyo moral al pueblo oprimido y a los camaradas desolados por el dolor de esta terrible noticia. Debido a las severas condiciones represivas aquí imperantes, no pudimos recibir todos los mensajes e incluso los mensajes que recibimos, nos llegaron muy tarde. Por ello, sentimos mucho este retraso en enviarles una respuesta.
El camarada Azad se incorporó al movimiento revolucionario mientras estudiaba en la Escuela Regional de Ingeniería de Warangal en 1972. Azad, que fue excepcionalmente brillante en sus estudios, también desempeñó un papel dinámico en el movimiento revolucionario. Participó en la formación del Sindicato de Estudiantes Radicales (RSU, en sus siglas en inglés) en 1974. Fue elegido como Presidente estatal del RSU en 1978. Fue uno de los fundadores del Movimiento Panindio de Estudiantes Revolucionarios y lo dirigió desde su creación en 1985. Desempeñó un papel fundamental en la realización de un seminario sobre la cuestión nacional en la, entonces llamada, ciudad de Madrás, en 1981. Más tarde, asumió la responsabilidad de construir el movimiento revolucionario en Karnataka, así como el Partido Maoísta en este estado, por primera vez. Atrajo al Partido a muchos camaradas, como a Saketh Rajan, por ejemplo. Cuando algunos elementos oportunistas trataron de dividir el partido en 1985 y 1991, el camarada Azad desempeñó un papel crucial en la defensa de la línea del Partido y en mantenerlo lo suficientemente unido y fuerte para derrotar la política de los oportunistas. Trabajó incansablemente durante veinte años como miembro del Comité Central, y miembro del Politburó desde 1990 hasta ahora. No podemos disociar la vida de Azad de la historia del movimiento revolucionario en estos últimos cuarenta años. Desempeñó un papel clave, en especial, en las esferas ideológica y política, en la formación partidaria y en la dirección de publicaciones periódicas. Cumplió la responsabilidad de portavoz del Partido en los últimos tres años, bajo el nombre de Azad, de la forma más excelsa y ejemplar. Empleó de modo sobresaliente su intelecto y su afilada pluma para lanzar el contraataque en la Guerra contra el Pueblo dirigida por la banda de Manmohan Singh-Sonia-Chidambaram. Fue en todo momento la poderosa voz del pueblo en contra de los gobernantes y los explotadores. En el desarrollo de la línea política del Partido, en el desarrollo del Partido, del ejército popular y de las organizaciones de masas, en la extensión del movimiento, en el surgimiento de los órganos del poder de Nueva Democracia y en todas las victorias conseguidas, el trabajo y la práctica ideológicos y políticos de Azad desempeñó un papel clave. Un compromiso inquebrantable ante las dificultades y durante los flujos y reflujos del movimiento, un gran espíritu de sacrificio, altruismo, sencillez, una labor infatigable al servicio de la Revolución y de los intereses del pueblo, una sorprendente capacidad de estudio, de estudio de la evolución temporal de los fenómenos sociales, o su indisoluble ligazón al pueblo, son algunos de los grandes ideales proletarios establecidos por el camarada Azad. A pesar de que ya no está, es innegable que serviría de modelo revolucionario a todos los revolucionarios y, en especial, a los jóvenes, los estudiantes y los intelectuales. Hemchand Pandey era un periodista independiente y progresista de Uttarakhand que empleó su pluma para sacar a la luz la difícil situación de los pobres y oprimidos de nuestro país. Fue asesinado porque podía haber desvelado la verdad del asesinato de Azad. El brutal asesinato de este joven intelectual en ciernes y comprometido con los intereses del pueblo es sólo otro ejemplo de la insensibilidad de los fascistas. Con razón han condenado Ustedes estos horribles asesinatos mostrando a las claras la conspiración de las clases dirigentes indias en la muerte de Azad, conspiración cuyo objetivo es aplastar el cada vez más amplio movimiento revolucionario bajo la dirección del PCI (Maoísta) y dejar al pueblo y al Partido sin dirigentes. El asesinato de Azad es el último de una serie de asesinatos cometidos en las personas de nuestros dirigentes en supuestos enfrentamientos acaecidos durante los últimos 40 años y, especialmente, desde la conclusión exitosa de nuestro Congreso de Unidad-IX Congreso de 2007. El Gobierno ha declarado que el PCI (Maoísta) es la mayor amenaza para la seguridad interna y ha lanzado numerosas campañas represivas para aplastar el movimiento: la última, la Operación Green Hunt ["Cacería Verde"], desencadenada a mediados de 2009. Se trata, hasta la fecha, de la mayor ofensiva puesta en marcha contra el movimiento revolucionario en la India cuyos resultados han sido una destrucción sin precedentes de vidas y propiedades del pueblo. Los asesinatos extrajudiciales de dirigentes y las masacres colectivas forman parte de esta ofensiva contrarrevolucionaria en distintos frentes. Todos Ustedes han condenado con justa indignación esta guerra contra el pueblo indio, especialmente contra los adivasis, y han exigido que se detenga de inmediato. Los habitantes de las zonas donde se desarrolla el movimiento revolucionario recuerdan con caluroso afecto esta solidaridad internacional expresada por diversos Partidos, organizaciones, particulares y el proletariado de diversos países, puesto que es, precisamente, el tipo de apoyo que debe extenderse a cualquier movimiento auténtico del pueblo cuando éste se enfrenta a un ataque fascista semejante. Apreciamos mucho este tipo de apoyo y solidaridad, y afirmamos, rotundamente, que corresponderemos del mismo modo a otras masas que luchan en diversas partes del mundo. Este tipo de solidaridad infunde gran confianza y seguridad en el pueblo combatiente al constatar que no está solos en su lucha. Asimismo, apunta, clara y rotundamente, una vez más, hacia los enemigos comunes a que nos enfrentamos todos nosotros, a saber, el imperialismo y todo tipo de reaccionarios. Sirve para fortalecer el espíritu de lucha del pueblo y le ayuda a hacer avanzar el movimiento con toda firmeza. Nuestro Partido, el Ejército Guerrillero de Liberación Popular (PLGA, en sus siglas en inglés), los Comités Populares Revolucionarios (RPC, en sus siglas en inglés), las organizaciones revolucionarias de masas, el pueblo revolucionario y todas las fuerzas progresistas y democráticas de nuestro país desean exactamente esa misma unidad y solidaridad tanto a escala nacional como internacional. Ambas son extremadamente importantes para defender el movimiento popular y hacerle avanzar. Una vez más nos comprometemos ante todos Ustedes a llevar a cabo los nobles objetivos de todos los grandes mártires de la revolución proletaria mundial, entre los que se encuentra el camarada Azad, y anunciamos que por intensa que sea la represión fascista, nada podrá doblegar el espíritu de lucha de nuestro Partido y del pueblo revolucionario de la India. Seguiremos adelante con renovada determinación haciendo frente a todo tipo de adversidades y sacrificios hasta la victoria final. Ésta es nuestra promesa a todos los amigos y personas comprometidas con la Revolución de la India.
¡Larga vida al internacionalismo Proletario!
Hace ya algún tiempo, las clases dirigentes indias han venido señalando a la insurgencia del Partido Comunista de India (Maoísta), PCI (M), como el mayor problema para "la seguridad del país", y desde comienzos de la pasada primavera el incremento de los ataques de la guerrilla maoísta contra todo un abanico de objetivos parece reafirmar esa preocupación manifiesta del gobierno central indio. En los últimos meses, las fuerzas del PCI (M) han atacado las infraestructuras de la red ferroviaria (uno de los ejes centrales de las comunicaciones del país), las torres de telecomunicación (poniendo en serios aprietos la cobertura de los teléfonos móviles en algunas zonas) y las de electricidad (incrementando los cortes hacia determinadas empresas). También han aumentado las acciones armadas contra otro tipo de infraestructuras y símbolos estatales, así como contra determinadas compañías mineras que están explotando los recursos y las tierras de diferentes grupos étnicos que hoy en día están dentro de las fronteras del gigante indio. Todo ello con la sucesión de ataques contra las fuerzas de seguridad indias y contra los grupos paramilitares de apoyo a las mismas, o contra los colaboradores del aparato estatal en las zonas donde opera la guerrilla maoísta. La "preocupación" gubernamental está avalada además por los datos que se han publicado recientemente. Si en el año 2002 las fuerzas del PCI (M) operaban en algo más del diez por ciento del territorio federal, a día de hoy supera el cuarenta por ciento, con una presencia importante en veinte de los veintiocho estados que conforman India, lo que viene a representar un cuarenta por ciento del territorio, con un tercio de la población india.
Si el año pasado, el conflicto se cobró la vida de más de mil personas, en lo que vamos de año se han superado las quinientas víctimas mortales, y de seguir aumentando la intensidad y frecuencia de las acciones armadas, es muy probable que la cifra supere las de 2009.La combinación de su estrategia armada junto a la labor política, o los cada vez más exitosos «bandhs» (paros generales), están dando sus frutos a la guerrilla maoísta, que además ha sabido ganarse el apoyo de las tribus locales que luchan contra el expolio de sus tierras por parte de importantes empresas multinacionales. Lo que en su día se presentó como el «corredor rojo», que se extendía desde el estado de Andhra Pradesh hasta la frontera con Nepal, y donde la implantación maoísta era muy importante, se ha quedado pequeño. Esa «mancha roja» que algunos medios utilizan para escenificar la presencia del PCI (M) en los estados indios se está extendiendo como una mancha de aceite por otras zonas de India, siguiendo la planificación maoísta de «intensificar la guerra popular por todo el país». Además, las condiciones que sustentan la existencia y el propio avance de la guerrilla pueden hacer que ésta dé el salto a las zonas urbanas, lo que supondría en el futuro un importante «quebradero de cabeza» para el gobierno de Delhi. Los dirigentes indios llevan tiempo oscilando entre la clásica política del palo y la zanahoria. Mientras que algunos políticos cualificados hablan de entablar contactos con los maoístas, la estrategia gubernamental no duda en aplicar todos los resortes armados que tiene a su disposición. Hace unos años fue la llamada «salwa judum» (campaña de paz) que buscaba aniquilar, una vez más, a las fuerzas guerrilleras, y que como en otras ocasiones fue un sonoro fracaso, pero que a su vez provocó decenas de muertes civiles y desplazados. Más recientemente el gobierno de Delhi ha puesto en marcha la llamada «Operación Caza verde», que se ha mostrado como un claro apoyo a las demandas de las grandes compañías mineras, preocupadas por la escalada maoísta, y que como las anteriores campañas va a resultar un sonoro fracaso. Los dirigentes indios han dado otro paso más en su escalada represiva, prohibiendo decenas de organizaciones y movimientos sociales o políticos, acusados de ser parte de la estructura maoísta. Sin embargo, muchas de esas organizaciones no tienen relación con la guerrilla y se trata más bien de grupos de defensa de derechos humanos, de ONGs críticas con la política del gobierno, en definitiva, Delhi busca acallar las voces críticas con su política represiva.
Como señalaba recientemente un analista local, el gobierno ha contribuido a generar más violencia, y «de la guerra contra los maoístas se ha pasado a la guerra contra las tribus locales». Porque en definitiva, el «objetivo de la Campaña Caza Verde es expulsar a las tribus de sus tierras, para contentar las ambiciones de las compañías mineras». Parece que la filosofía de Bush y sus aliados también se ha implantado en India, y el gobierno indio tiene claro que todo aquél que no sigue su estrategia está contra él. India se nos presenta como una imagen de un gigante en crecimiento. Y a la vez se intenta mostrar la «fotografía oficial», que esconde y maquilla los verdaderos pilares de ese retrato, y que no son otros que la suma de los intereses y esfuerzos de las fuerzas reaccionarias, de las grandes corporaciones y empresas locales y transnacionales y un sistema feudal que todavía impera en India.
Si nos acercamos a «la otra India» y las condiciones que tienen que afrontar la mayoría de su población tal vez se nos haga más fácil entender el auge de la guerrilla maoísta y de los apoyos que está cosechando. La pobreza, la sucesión de políticas negligentes hacia el mundo rural (en claro apoyo a los señores feudales y terratenientes que siguen presentes en India), el desempleo (el aumento de los suicidios entre los agricultores), el hambre son parte de la cruda realidad que soporta la mayor parte de la población. Y mientras eso ocurre, los dirigentes políticos de los partidos tradicionales, las castas dominantes, los empresarios y terratenientes, las compañías extranjeras… siguen acumulando los beneficios que esa política de exclusión genera para sus propios bolsillos e intereses. Por todo ello la raíz de la actual guerrilla maoísta no hay que circunscribirla a las últimas décadas (desde las protestas de finales de los sesenta en Naxalbari), las experiencias de manifestaciones y protestas armadas de los explotados campesinos indios se remonta a varios siglos atrás. Las diferentes experiencias que han venido sacudiendo la historia más oculta de India son una muestra de esos choques entre campesinos y tribus locales contra los sectores que siempre han dominado las riendas de esa región (las luchas de las tribus contra la autoridad británica, la revolución Sannyasi en Bengal en el siglo XVIII, la revuelta agraria en Bihar en el siglo XIX, son tan sólo algunos ejemplos). Por eso, cuando los dirigentes del status quo indio señalan hacia alguna «mano extranjera» (China, Nepal) como razón del auge maoísta actual, cabría recordarles que un somero repaso de la historia de India (más allá de la oficial) y una mirada detenida a los pilares que sustentan tanta injusticia bajo el manto propagandístico de la «mayor democracia del mundo», serían suficientes para entender las raíces de la actual insurrección maoísta.
Con profundo dolor, debemos informar del asesinato del camarada Azad (Cherukuri Rajkumar), portavoz del PCI (M). Junto a él fue igualmente asesinado por las balas del gobierno indio el camarada Pandey, Los hechos se presentaron el vienes 2 de Julio cuando los dos camaradas se dirigían a una reunión del CC donde debatirían la oferta de negociaciones expuesta por el gobierno. La lamentable noticia fue conocida mediante una declaración pública del Buro de Información del Regional Norte del Partido Comunista de la India, el pasado 3 de julio. La muerte del camarada Azad es un duro golpe, no solo para el PCI (M), sino para todo el movimiento comunista Internacional. En la actualidad el camarada Azad era miembro del Politburo y un cercano colaborador del camarada Ganapathy (Muppala Lakshmana Rao). Sus analisis criticos al revisionismo en Nepal son una poderosa arma en la denuncia del mismo y un importante legado de perseverancia en el sendero luminoso de la revolucion. La clase obrera ha perdido a uno de sus mejores cuadros, a un hijo salido de las entrañas de las masas, a un dirigente político de la mejor calidad que haya podido dar la lucha por el comunismo en los últimos tiempos. Representante digno de la gloriosa Guerra Popular en la India, y mordaz azote de todo tipo de oportunismo, el camarada se había convertido no solo en un brillante dirigente del Partido, sino en una punta de lanza de la lucha contra el revisionismo prachandista. Por ello la burguesía lo odiaba tanto como lo quería el pueblo, por eso lo asesinaron antes que mantenerlo detenido. Los reaccionarios se cebaron en la vida de nuestros camaradas, pero lo que jamás lograrán es destruir su legado; pues éste se ha extendido, y florecido no solo en el pueblo de la india, sino en todo el movimiento comunista internacional, y a través de él, de las masas explotadas y oprimidas del mundo. Nos duele profundamente su pérdida y nos unimos con mucha firmeza a nuestros camaradas de la India, confiando plenamente en que la sangre de Azad y del camarada Pandey abonará la fértil pradera donde florece la revolucion. Documentos del PCI (M)